Iván Quesada Blanes, corrector y traductor de textos, además de profesor de lengua valenciana, ha realizado la siguiente crítica sobre la novela "El Extraño":
Todo argumento de una historia no debe ser otra cosa que una excusa para instruir más allá de las palabras que puedan verse físicamente. Esta novela es aparentemente una narración de misterio acerca de QUÉ ocurre en un lugar, pero eso es tan sólo la apariencia. En realidad, tal vez parcialmente de manera involuntaria, es la crítica del miedo a lo desconocido y la cobardía que el ser humano siente en el momento en el que debe levantarse y luchar por sus derechos plantando cara a sus opresores.
Ha sido un gran acierto no ubicar la zona en donde ocurren los sucesos y tampoco revelar el tiempo –ni siglos, ni eras, ni nada-, puesto que esto ha sido un error en tantas películas que hemos visto o novelas que hemos leído ya que llega un momento en que quedan obsoletas. Este aspecto no ocurre con ‘El Extraño’ porque no hay ningún dato al respecto más allá del que pueda interpretar el lector en el momento en que el texto pasa a sus manos. Posiblemente, el único dato que podríamos vagamente percibir y que daría pistas de un futuro no muy lejano, sería la necesidad de los dos personajes femeninos de ocultar su relación lésbica, aunque no es para nada una prueba fiable, ya que no queda claro del todo que Lucía y Clara escondan su relación por homofobia ajena. Y sin dejar de lado el personaje de Clara, es en el momento en que la chica escapa del agresor cuando comienza la primera discordia entre la ficción (especulación, miedo y esperpento) y la realidad (en ningún momento ella ve claramente quién la persigue pero cree percibir unos fauces). ¿El miedo no existe, sólo se crea?, ¿deberíamos enfrentarnos a nuestros temores y así descubrir que el león no es tan fiero como lo pintan?, ¿un uniforme impone o somos nosotros quienes le damos ese valor?
La filosofía –existencialismo- es una materia común en la redacción. Los personajes no pueden dejar de hacerse preguntas sobre cómo es el mundo que hay afuera, o si habrá más recintos como el suyo. ¿No es lo mismo que hacemos nosotros con el Universo?, ¿o con la Creación versus Evolución?.
Los nombres de los personajes son una buena inversión ya que su carácter es universal. En cualquier lugar del mundo podrían funcionar y, por supuesto, también para una adaptación cinematográfica. Si analizamos las identidades fonéticamente observamos una clara influencia norteamericana (Kepler) y hasta japonesa (Niobe); y si lo hacemos semánticamente encontramos los nombres de esperanza como Clara y Lucía, ambos relacionados con la pureza, tal vez podría incluirse otro nombre que fuese Alba. Esa trilogía de nombres de mujer haría juego con el apartado religioso-mitológico de la jerarquía de los personajes masculinos (Director, Kepler y Duncan). Hombre y guerra; mujer y vida. Lo cual no sería bajo ninguna circunstancia ni machista ni feminista, simplemente simbólico.
La novela no resulta lineal ni aburrida en ningún momento ya que la interacción de los personajes está muy bien conseguida, de manera que se abren diferentes hilos sin olvidar el tema principal, el cual muchas veces está ligado a acciones secundarias. Todo esto se respeta y se aliña con escenas de gore milimétrico, sexo algo subidito de tono y una buena dosis de maldad humana generada por el mismo terror de vivir.
El final es tenso y está bien cuidado, pero lo más importante es que no está ilógicamente rebuscado como lo hacen algunos thrillers. Además, éste queda tan abierto como cerrado, aunque personalmente, yo no escribiría una segunda parte. Finalmente, no puedo dejar de preguntarme si fue el Director quien nos creó a nosotros, o nosotros al Director. Pero también necesitaría responder a qué ocurriría si esta novela la hubiese escrito Paul Auster.
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