viernes, 27 de mayo de 2011

Artículo del Periódico 30 Días de mayo de 2005

Ante las peticiones de algunos asistentes al Seminario "Pensamiento y cultura contemporánea en la Ciencia Ficción" desarrollado en la Universidad de Alicante este mes de mayo, recupero un artículo publicado en 2005 justo después del estreno de "La venganza de lo Sith". En mi conferencia hablaba de las etapas del Viaje del Héroe en la primera trilogía de la saga, pero en este artículo  me centro en la nueva trilogía, por lo que resulta complementario a la ponencia del viernes 20 de mayo. Espero que sea de su gusto.


TRAGEDIA GRIEGA EN EL ESPACIO
MANUEL BENÍTEZ


             Cuando George Lucas comenzó a vender la nueva trilogía de Star Wars, una de las frases para enganchar a los fans de la saga y al público en general fue “No habréis visto nada hasta que lo hayáis visto todo”. Después de “La venganza de los Sith” por fin podemos decir: “ya lo hemos visto todo”.  Y el resultado es tan sorprendente que pasarán años antes de que alguien realice una película tan poderosa y enérgica, tan tenebrosa y esperanzadora al mismo tiempo.
            Lucas ha facturado una ópera-espacial muy superior a las dos entregas anteriores, pero al mismo tiempo, con los puentes argumentales necesarios para justificar “La amenaza fantasma” y  “El ataque de los clones”. Aquéllas sólo eran dos prólogos necesarios. “La venganza” es la culminación definitiva de la Doble Trilogía.
            Pero además, el tío George no se ha conformado con realizar una peliculita de aventuras, entretenimiento y efectos especiales. También ha sido capaz de ofrecer una gama tan alta de matices que sería imposible resumirlos en un artículo.
            Para empezar podríamos hablar de un asunto tan vinculado a las tragedias griegas como el Destino. La nueva entrega parece responder a varias preguntas en torno a este tema. ¿Puede el ser humano luchar contra su destino? ¿Puede evitar el designio de los hados? El juego que George Lucas nos  propone cumple un doble objetivo. El primero de ellos es autorreferencial. El espectador “sabe” cómo va a concluir la película. Nadie ignora que el poderoso jedi, Anakin Skywalker, acabará pasando al lado oscuro convirtiéndose en Darth Vader. Se trata, por tanto, de un sino inevitable, porque, como espectadores, conocemos el final de la saga. Somos un público privilegiado, cuasi-omniscientes, de lo que sucede. Conocemos el desenlace, pero no el cómo ni el por qué.
            Eso es lo que ocurre de pantalla hacia fuera. Pero, ¿y dentro de la historia? ¿Podemos hablar nuevamente del destino y de las tragedias griegas? 
            El sino de Edipo era el de matar a su padre y casarse con su madre, y a pesar de todos sus esfuerzos para evitarlo acabó arrancándose los ojos al descubrir que no había podido evitarlo, que todo cuanto había hecho para librarse de su predestinación le había llevado a cumplirla. Ése es uno de los lugares comunes del teatro y de la mitología en la Grecia Clásica. El héroe tiene en su propia naturaleza una falla que le impulsa a la acción y que al mismo tiempo le lleva al desastre final. Pues bien, éste es el esquema que sigue George Lucas en la última entrega de la saga. Anakin trata de evitar la muerte de su amada Padmé. Al comienzo de la película sueña que su esposa va a morir en el parto de Luke y Leia. Son los mismo sueños que tuvo con su madre en la entrega anterior (¿sueños inducidos por el Emperador para atraerle al lado oscuro?) Ya en “El ataque” prometió que nunca más permitiría la muerte de un ser querido; mientras que en “La amenaza”, Yoda descubría en él un terrible miedo a la pérdida (y el miedo conduce al reverso tenebroso).
            Para impedir que Padmé muera acepta la propuesta del Canciller Palpatine (¿Fausto vendiendo su alma Mefistófeles? ¿Satán ofreciendo a Jesucristo los placeres del mundo? ¿Buda tentado por el demonio Mara? ¿El propio Vader brindándole una alianza maligna a su hijo Luke en “El imperio contraataca?). El Canciller, que conoce los caminos del lado oscuro, sabe cómo crear vida y cómo evitar que las personas mueran. Éste es el anzuelo que pica Anakin, y su amor pasional por Padmé le llevará a la perdición (¿Tristán e Isolda entre rayos láser y naves espaciales?). Pero lo curioso del asunto es que Padmé no fallece en el parto, sino que muere de pena al descubrir que su amado se ha convertido en un sith. Como en una tragedia griega, Anakin acaba provocando su propio destino y el de su amada al intentar evitarlo.
            Ésta sería una de las muchas lecturas que ofrece “La venganza de los Sith”: de nuevo George Lucas actualizando mitos. A pesar de ello, algunos críticos siguen menospreciando su  labor, aunque parece más bien una actitud preñada de envidia, porque Lucas sigue vendiendo entradas de cine como nadie. Pero no olvidemos que Homero, Cervantes y Shakespeare también tuvieron “éxito”. ¿Es George Lucas el Homero del siglo XXI? ¿La saga Star Wars es al espacio exterior lo que la Odisea al Mediterráneo? Vaya preguntitas.